PROFESIONALES DE LA PEDAGOGIA: JARDINEROS DE PERSONAS
“Lo que la pequeña Momo sabía hacer como nadie era escuchar. Eso no es nada especial, dirá, quizás, algún lector; cualquiera sabe escuchar.
Pues eso es un error. Muy pocas personas saben escuchar de verdad. Y la manera en que sabía escuchar Momo era única.
Momo sabía escuchar de tal manera que a la gente tonta se le ocurrían, de repente, ideas muy inteligentes. No porque dijera o preguntara algo que llevara a los demás a pensar esas ideas, no; simplemente estaba allí y escuchaba con toda su atención y toda simpatía. Mientras tanto miraba al otro con sus grandes ojos negros y el otro en cuestión notaba de inmediato cómo se le ocurrían pensamientos que nunca hubiera creído que estaban en él.”
Este es uno de los fragmentos de una valiosísima lectura titulada Momo, de Michael Ende. Una de las lecturas que mejor refleja el papel de la pedagogía en nuestras vidas.
En estas líneas se describe lo que consideramos que la pedagogía debería de ser, ante todo: un impulso, agua para florecer. Los profesionales de la pedagogía son personas que hacen a otras personas crecer, evolucionar, expandirse, sin saber a dónde les llevará ese camino. La educación trata de hacer brillar la esencia de cada persona sin condicionarla, sin direccionarla intencionalmente y sin juzgarla, con una aceptación incondicional de lo que esa persona sea en su máximo exponente.
Y todo esto con las armas más poderosas que un profesional de la pedagogía puede adquirir: atención y escucha activas y plenas.