¡EN EL NOMBRE DE LOS ÁNGELES! – Relato de Marta Ximénez Gómez
El profesor entra en el aula. Todos los niños le reciben tranquilos. ¡Hola, chicos! ¿Cómo estáis?
Los niños responden al unísono, bien profe. El profesor se acerca a la pizarra y escribe: LOS ÁNGELES. Muy bien, el tema de hoy son los ángeles. Lo que me apetece que hagamos es que hablemos sobre ellos. ¿Qué sabéis de ellos?
Dani dice, pues que tienen alas, ¿no? Lo que no sé es si con ellas vuelan todos los días o sólo algunas veces. Betty dice, yo creo que son blancas, pero no lo tengo muy claro y tampoco sé cuántos años tienen. M.ª Dolores dice: yo no creo mucho en los Ángeles porque, a ver, cuantos hay en el mundo, porque de eso nadie dice nunca nada, ni si tocamos a más de uno.
¿Y qué creéis que hacen los ángeles? Mónica, responde: pues que nos miran desde el cielo y nos ponen puntos negativos o positivos según nos portemos. Pero que no podemos verlos nunca y tampoco sabemos si son feos o guapos. M.ª Ángeles entusiasta, como siempre, responde: pues yo no sé si existen o no, pero si nos ayudan, pues me vale.
El profesor se queda mirando a Luis porque no participa de la clase. Se acerca al niño y le pregunta: ¿Luis, por qué no dices nada? El niño, se siente dubitativo y le da vergüenza hablar. Puedes decir lo que quieras, ya lo sabes, todos participamos con las ideas que se nos ocurran. Además, lo que más me gusta de esta clase ya sabéis que es que pueda escucharos a todos, todos los días.
Luis dice, es que creo que es una tontería y además tampoco lo entiendo muy bien. Es que mi madre me dice que yo, que yo…. soy un ángel. El ángel Luis. Rosa M.ª levanta la mano y dice mi madre también dice que yo soy un ángel y que soy yo quién cuido a mi familia, aunque no lo entiendo porque yo no hago nada especial. Eva, una de las más rebeldillas de la clase tiene una cara enfurruñada y dice: mi madre también dice que yo soy un ángel, pero eso es imposible porque yo me portaba muy mal, ahora no, pero antes sí. Así que no puedo serlo.
En un segundo, la mitad de los niños de la clase levantaron la mano y dijeron que sus padres y madres también les habían dicho a ellos que eran ángeles.
Que los ángeles tienen muchos nombres, no tienen alas, son pequeños de estatura, pero, sobre todo, son muy fuertes y valerosos y pueden vencer todos los obstáculos. Pero, lo más importante, es que están en nuestros corazones. Que somos nosotros, los ángeles, los que cuidamos a nuestros padres, los que hacemos que sean mejores personas y que sean mucho más sensibles y generosos.
El profesor se sienta junto a la pizarra y echa una mirada tierna a todos sus alumnos. Bueno, chicos, pues creo que hoy he aprendido mucho más de los ángeles de lo que sabía. Me habéis dado una gran lección.
Por hoy, hemos terminado. Como siempre, ya sabéis cómo me gusta que despidamos la clase, ¡Arriba! ¡Arriba! ¡Siempre arriba! Seguidamente, todos aplauden.
El profesor cierra la puerta de la clase tras de sí. Se para un segundo para quitarse las gafas, ya que empiezan a aflorar unas lágrimas bajo sus ojos. Sonríe cálidamente y comienza a caminar. Pueden… ¡Y lo van a conseguir! En la puerta, que ha dejado atrás, reza el siguiente letrero: Aula Hospitalaria Oncología.