ODA A LA EDUCACIÓN
La educación mueve a las personas y aunque, en ocasiones, puede resultar difícil y nos obliga a cambios profundos, es la única forma de renovarse y de crecer.
Existen multitud de perfiles involucrados en este proceso tan complejo, que entraña virtud, pasión y amor por los demás. Los más cercanos son la familia (la que nos viene dada o la que vamos eligiendo por el camino), pero, además, aprendemos de nuestros iguales y de la sociedad. Y la sociedad es la que nos brinda aprendizajes cautivos y controlados (los que el sistema decide) y salvajes o incontrolados, los que vemos en los demás y sentimos desde que nacemos.
Y en esta vorágine nos encontramos todos los profesionales de la educación: docentes, pedagogos/as y psicopedagogos/as, psicólogos/as de la educación, educadores sociales, terapeutas ocupacionales, logopedas, etc. Un gran equipo de personas interconectadas, a veces con hilos invisibles, por las personas que nos mueven: niños y niñas, adolescentes, adultos y, también personas de la tercera edad, por supuesto. ¡Siempre podemos progresar!
En ocasiones nos cuesta ver estas interconexiones, pero son fuertes y terminan por acercarnos como un imán. Con el tiempo y con la práctica profesional, hemos aprendido a identificar la energía que mueve a ese imán… sí… es la vocación. La necesidad de estar cerca de las personas y de potenciar todas sus fortalezas. El mínimo común denominador que todos los profesionales de la educación compartimos y que nos motiva cada día para mejorar nuestra labor y para que, como decía B. F. Skinner, la educación sobreviva cuando todo lo aprendido se olvide…